El nacimiento de Jesús y su vida Sacramental.
 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 23
19 de diciembre, 2014

"Hija mía, ¿has visto qué es lo que me hacía temblar, llorar y gemir? El abandono de las criaturas. Tú me has puesto a todas las criaturas en torno mío, me he sentido mirado, besado por todas y se ha calmado mi llanto, pero has de saber que mi suerte Sacramental es más dura aún que mi suerte infantil.

La gruta, si bien fría, era espaciosa, tenía aire para respirar; la Hostia también es fría, pero es tan pequeña que casi me falta el aire. En la gruta tuve un pesebre con un poco de heno por lecho, en mi Vida Sacramental hasta el heno me falta y por lecho no tengo más que metales duros y helados. En la gruta tenía a mi amada Madre que frecuentemente me tomaba con sus purísimas manos y me cubría con besos ardientes para calentarme, me calmaba el llanto, me nutría con su leche dulcísima; todo lo contrario en mi Vida Sacramental, no tengo una Madre, si me toman siento que me tocan manos indignas, manos que huelen a tierra y a estiércol, ¡oh!

cuánto más siento esta peste que la del estiércol de la gruta; en vez de cubrirme con besos me tocan con actos irreverentes, y en vez de leche me dan la hiel de los sacrilegios, de los descuidos, de las frialdades. En la gruta, San José no dejó que me faltara una lamparita de luz en las noches, aquí en el Sacramento, ¿cuántas veces quedo en la oscuridad, aun en la noche? ¡Oh! cuánto más dolorosa es mi suerte Sacramental, cuántas lágrimas ocultas que nadie ve, cuántos gemidos no escuchados. Si te ha movido a piedad mi suerte infantil, mucho más te debe mover a piedad mi suerte Sacramental."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12. Diciembre 25, 1920

 

El nacimiento de Jesús y su vida Sacramental.
 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 24
26 de diciembre, 2014

"Hija mía, mi estado en el seno materno fue dolorosísimo, mi pequeña Humanidad tenía el uso perfecto de la razón y de la sabiduría infinita, por lo tanto desde el primer instante de mi concepción comprendía todo mi estado doloroso, la oscuridad de la cárcel materna, no tenía ni siquiera un hueco por donde entrara un poco de luz. ¡Qué larga noche de nueve meses! La estrechez del lugar que me obligaba a una perfecta inmovilidad, siempre en silencio, no me era dado gemir ni sollozar para desahogar mi dolor, cuántas lágrimas no derramé en el sagrario del seno de mi Madre sin hacer el mínimo movimiento, y esto era nada, mi pequeña Humanidad había tomado el empeño de morir tantas veces, para darle satisfacción a la Divina Justicia, por cuantas veces

las criaturas le habían dado muerte a la Divina Voluntad en ellas, haciendo la gran afrenta de dar vida a la voluntad humana, dándole muerte en ellas a una Voluntad Divina.

¡Oh, cuánto me costaron estas muertes! Morir y vivir, vivir y morir, fue para mí la pena más desgarradora y continua, tanto más que mi Divinidad, si bien era conmigo una sola cosa e inseparable de mí, al recibir de mí estas satisfacciones se ponía en actitud de Justicia, y si bien mi Humanidad era santa y también era la lamparita delante al Sol inmenso de mi Divinidad, yo sentía todo el peso de las satisfacciones que debía darle a este Sol Divino y la pena de la humanidad decaída que en mí debía resurgir a costa de tantas muertes mías. Fue el rechazar la Voluntad Divina dando vida a la propia lo que formó la ruina de la humanidad decaída, y yo debía mantener en estado de muerte continua a mi Humanidad y a mi voluntad humana, para hacer que la Voluntad Divina tuviera vida continua en mí para extender ahí su Reino.

Desde que fui concebido, yo pensaba y me ocupaba en extender el Reino del Fiat Supremo en mi Humanidad, a costa de no dar vida a mi voluntad humana, para hacer que la humanidad caída resurgiera, para que fundado en mí este Reino, preparara las gracias, todo lo necesario, las penas, las satisfacciones que se necesitaban para darlo a conocer y fundarlo en medio de las criaturas. Por eso todo lo que tú haces, lo que hago en ti para este Reino, no es mas que la continuación de lo que yo hice desde que fui concebido en el seno de mi Madre. Por eso si quieres que desarrolle en ti el Reino del Fiat Eterno, déjame libre y no le des jamás vida a tu voluntad."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12. Diciembre 25, 1920

 

Mi primera Pasión fue el amor.
 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 25
2 de enero, 2015

"Hija querida de mi Querer, mira dentro de mí cómo mi Voluntad Suprema no concedió ni siquiera un respiro de vida a la voluntad humana de mi Humanidad, si bien santa, pero ni siquiera esto me fue concedido; debía estar bajo la presión, más que de una prensa, de una Voluntad Divina, infinita, interminable, que se constituía vida de cada latido mío, cada palabra y cada acto, y mi pequeña voluntad humana moría en cada latido, respiro, acto, palabra, etc., pero moría en realidad, sentía de hecho la

muerte, porque jamás tuvo vida. Tenía a mi voluntad humana sólo para hacerla morir continuamente, y aunque esto fue un gran honor para mi Humanidad, fue el más grande de los portentos, a cada muerte de mi voluntad humana, ésta era sustituida por una Vida de Voluntad Divina, pero el morir continuamente fue el más grande, el más duro, el más agudo y doloroso martirio de mi Humanidad. ¡Oh! cómo las penas de mi Pasión quedan empequeñecidas ante este continuo morir mío, y sólo así yo completaba la perfecta gloria de mi Padre Celestial y lo amaba con el Amor que supera cualquier otro amor por todas las criaturas. Morir, sufrir, hacer alguna cosa grande alguna vez, a intervalos, no es gran cosa; también los santos, los buenos y otras criaturas han obrado, han sufrido, han muerto, pero como no ha sido un sufrir, un obrar y un morir continuo, no constituye ni perfecta gloria al Padre, ni redención que se pueda extender a todos. Por eso hija mía recién nacida en mi eterno Querer, mira dónde tu Jesús te llama, te quiere, bajo la prensa de mi Voluntad Divina, para que tu querer reciba muerte continua, como mi voluntad humana, de lo contrario no podría Yo hacer surgir la época nueva: que mi Querer venga a reinar en la tierra; se necesita el acto continuo, las penas, las muertes, para poder arrebatar del Cielo el Fiat Voluntas Tua (hágase tu Voluntad). Pon atención hija mía, no pongas atención en los demás, ni a mis otros santos, ni al modo como me he comportado con ellos, pues hace se despierte en ti un asombro por el modo como me comporto contigo; con ellos quería hacer una cosa, contigo otra muy diferente."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12. Diciembre 25, 1920

 

Mi Reino es un Reino de paz.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 26
15 de enero, 2015

"Mi Reino fue en el corazón de mi Madre, y esto porque su corazón jamás se turbó en lo más mínimo, tanto, que en el mar inmenso de mi pasión sufrió penas inmensas, su corazón fue traspasado de lado a lado por la espada del dolor, pero no tuvo ni el más mínimo aliento de turbación. Por eso, siendo mi Reino un Reino de paz, pude extender en ella mi Reino, y sin encontrar ningún obstáculo pude libremente reinar."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 2. Julio 4, 1899

 

¿Cuándo tus sufrimientos han llegado a tanto?

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 27
24 de enero, 2015

"Cuando durante la comunión te encuentres sola y agonizante, piensa un poco en la agonía mortal que sufrí por ti en el huerto del Getsemaní y acércate a mí, para que hagas una comparación entre mis acerbísimas penas y las tuyas. Es cierto que aun ahí te sentirás sola, privada de mí, pero también me verás ahí solo y abandonado por mis más fieles amigos, a quienes, por haber omitido la oración, encontrarás adormecidos. Con las luces que te daré me verás sufriendo las penas mas acerbas, rodeado de gente perversa y de víboras venenosas, de perros rabiosos, cual lo son los pecados de todos los hombres pasados, presentes y futuros, incluidos también los tuyos, y que todos juntos me pesaron tanto que me hicieron agonizar y sentirme como si estuviera a punto de ser devorado vivo; fue por esto, que cuando mi Corazón y toda mi persona se sintieron como bajo la presión de una prensa, sudé sangre viva en abundancia hasta llegar a mojar con ella la tierra; y a todo esto añade el abandono de mi Padre... Y bien, dime tú, ¿cuándo tus sufrimientos han llegado a tanto? Así pues,

si te encuentras privada de mí, vacía de todo consuelo, llena de amarguras, de afanes y sufrimientos, acércate mentalmente a mí, procura secarme la sangre, y como un alivio a mi acerbísima agonía, ofréceme esas penas tuyas tan ligeras; así hallarás el modo y el celo para poder entretenerte conmigo después de la comunión."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 1. Num. 14

 

La cruz sufrida por ti, Jesús, me liberó de la esclavitud del demonio
y me desposó con la Divinidad con nudo indisoluble.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 28
30 de enero, 2015

"La cruz sufrida por Ti me liberó de la esclavitud del demonio y me desposó con la Divinidad con nudo indisoluble; la cruz es fecunda y me pare la Gracia; la cruz es luz y me desengaña de lo temporal y me descubre lo eterno; la cruz es fuego, y todo lo que no es de Dios lo vuelve cenizas, hasta vaciarme el corazón del más mínimo hilo de hierba que pueda estar en él; la cruz es moneda de inestimable precio, y si yo tengo, Esposo santo, la fortuna de poseerla, me enriqueceré de monedas eternas, hasta volverme la más rica del paraíso, porque la moneda que corre en el Cielo es la cruz sufrida en la tierra; la cruz me hace conocerme más a mí misma, y no sólo eso, sino me da el conocimiento de Dios; la cruz me injerta

todas las virtudes; la cruz es la noble cátedra de la Sabiduría increada que me enseña las doctrinas más altas, sutiles y sublimes, así que sólo la cruz me develará los misterios más escondidos, las cosas más recónditas, la perfección más perfecta escondida a los más doctos y sabios del mundo; la cruz es como agua benéfica que me purifica, no sólo eso, sino que me suministra el nutrimento a las virtudes, me las hace crecer y sólo me deja cuando me conduce a la Vida eterna; la cruz es como rocío celeste que me conserva y me embellece el bello lirio de la pureza; la cruz es el alimento de la Esperanza; la cruz es la antorcha de la Fe operante; la cruz es aquel leño sólido que conserva y mantiene siempre encendido el fuego de la Caridad; la cruz es aquel leño seco que hace desvanecer y poner en fuga todos los humos de soberbia y de vanagloria, y produce en el alma la humilde violeta de la humildad; la cruz es el arma más potente que hiere a los demonios y me defiende de sus garras. Así que el alma que posee la cruz es de envidia y admiración a los mismos ángeles y santos, y de rabia y desdén a los demonios. La cruz es mi paraíso en la tierra, de modo que si el paraíso de allá, de los bienaventurados, son los gozos, el paraíso de acá son los sufrimientos. La cruz es la cadena de oro purísimo que me une contigo, mi sumo Bien, y forma la unión más íntima que se pueda dar, hasta hacer desaparecer mi ser y me transmuta en Ti, mi objeto amado, tanto, de sentirme perdida en Ti y vivo de tu misma Vida."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 3 Diciembre 2, 1899

 

Jesús se apoya en quien ora con las Horas de la Pasión.
 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 29
6 de febrero, 2015

"Hija mía, el mundo está en continuo acto de renovar mi Pasión, y como mi inmensidad envuelve a todos, dentro y fuera de las criaturas, por eso estoy obligado, por su contacto, a recibir clavos, espinas, flagelos, desprecios, escupitajos y todo lo demás que sufrí en la pasión, y aun más. Ahora, quien hace las Horas de la Pasión, a su contacto siento que me saca los clavos, rompe las espinas, endulza mis llagas, me quita los salivazos; siento que me cambia en bien el mal que me hacen los demás; y yo, sintiendo que su contacto no me hace mal sino bien, me apoyo siempre más sobre ella."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 11, Noviembre 6, 1914

 

La cosa que más me agrada
es que el alma piense siempre en mi Pasión.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 30
13 de febrero, 2015

"Hija mía, me complace tanto quien siempre está pensando en mi Pasión y siente desagrado y me compadece, que me siento como retribuido por todo lo que sufrí durante mi Pasión, y el alma rumiándola siempre forma un alimento continuo, el cual contiene tantos diversos condimentos y sabores que producen diversos efectos. Así que si durante mi Pasión me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da la libertad; ellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraron, ella me aprecia, me limpia de esas escupitajos y me honra; ellos me desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste; ellos me coronaron de espinas tratándome como rey de burla, me amargaron la boca con hiel y

me crucificaron, el alma rumiando todas mis penas me corona de gloria y me honra como su Rey, me llena la boca de dulzura dándome el alimento más exquisito como lo es el recuerdo de mis mismas obras, y desclavándome de la cruz me hace resucitar en su corazón, dándole yo por recompensa, cada vez que hace esto, una nueva vida de gracia, así que ella es mi alimento y yo me hago su alimento continuo. De manera que la cosa que más me agrada es que el alma piense siempre en mi Pasión."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 7, Noviembre 9, 1906