Algunas consideraciones

acerca del modo de hacer

estas Horas de la Pasión

 

Continuando con su Introducción, San Aníbal nos propone entonces algunos modos muy recomendables de hacer “Las Horas de la Pasión”.


A algunos les parecerá cosa difícil, si no imposible, hacer estas Horas de la Pasión. ¿Cómo, podrá decir alguno, se puede estar todos los días meditando 24 horas, desde las 5 de la tarde de hoy hasta las 5 de la tarde de mañana... y luego empezar de nuevo? Ciertamente que esto es humanamente imposible. Y decimos humanamente porque con el concurso especial de la gracia divina, este ejercicio continuo, ininterrumpido, es el que ha hecho y desde hace tantos años el Alma Solitaria que lo ha escrito.

Pero sin pretender nosotros tanto, el ejercicio de las 24 Horas puede hacerse de diversas maneras, según las condiciones y las circunstancias de cada quien.

"Hacer" una Hora de la Pasión significa leerla con atención, meditándola, contemplándola, haciendo interiormente lo que el Alma Solitaria hace, y todo esto para hacer de la Pasión la vida propia. Sí, porque no se trata de la meditación en general de la Pasión, como cuando se meditan los misterios dolorosos en el Santo Rosario o se lee una narración de lo que pasó, por muy elocuente que sea, sino que es un modo concreto, específico y eficaz, inspirado por el Amor mismo de Jesús, de fundirse el alma antes que todo con la Voluntad Divina para repetir, para rehacer continuamente la vida interior, los actos y los sentimientos que Jesús hizo y tuvo en el curso de su vida y de su Pasión. No se trata, entonces, de sólo meditarlas, no se trata sólo de una devoción más, sino que se trata de una EDUCACIÓN A UNA VIDA. Y con esta finalidad es con la que el alma ha de hacer estas Horas.

Como primera cosa, es importante que el alma memorice el Horario, con el título o enunciado del contenido de cada Hora. Esto le servirá muy bien para referenciar interiormente las diversas horas de la jornada diaria con los correspondientes pasos de la Pasión.

Para quien no puede, no es necesario hacer la meditación de alguna Hora precisamente en la hora del día que está transcurriendo; es decir, a las 7 de la mañana se puede hacer la Hora de las 6 a las 7 de la tarde, por ejemplo. Se debe meditar todas las Horas, de principio a fin, de acuerdo con las circunstancias y condiciones de cada quien, haciendo hoy una o unas y mañana la o las siguientes, según se pueda, hasta terminar y volver a empezar, pero siempre con la intención de continuarlas, aunque sólo sea con el enunciado o título de cada una, mientras no se puede uno retirar o dedicar a la meditación.

Otro modo será el de formar y organizar un grupo de cuatro, ocho o doce personas y repartirse el Horario completo, comprometiéndose cada una a hacer las que le correspondan en los diversos momentos del día de que pueda disponer, y todos los integrantes del "grupo" con la intención comunitaria, uniéndose en sus intenciones a las demás personas. Jesús tendrá entonces sus "Relojes" que no se detienen nunca: su Vida y sus intenciones en acto en ese grupo. ¡Y oh, cuántas gracias divinas lloverán sobre el grupo y sobre cada uno de sus integrantes y se difundirán en bien de los demás! Deberán rotarse periódicamente las diferentes Horas para que cada uno en un período razonable pueda hacerlas todas.

Pero quien tenga interés y empeño en hacer personal o comunitariamente este santo ejercicio podrá encontrar otros modos, siempre válidos, de hacerlo.