¡Qué prisión horrenda es para el hombre el pecado!

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 41
17 de julio, 2015

"Hija mía, en mi Pasión quise sufrir también la prisión para liberar a la criatura de la prisión de la culpa. ¡Oh! qué prisión horrenda es para el hombre el pecado, sus pasiones lo encadenan como vil esclavo, y mi prisión y mis cadenas lo liberaban y lo desataban. Para las almas amantes mi prisión les formaba la prisión de amor, donde podrían estar al seguro y defendidas de todos y de todo, y las escogía para tenerlas como prisiones y tabernáculos

vivientes, que me debían calentar de las frialdades de los tabernáculos de piedra, y mucho más de las frialdades de las criaturas, que aprisionándome en ellas me hacen morir de frío y de hambre; he aquí por qué muchas veces dejo las prisiones de los tabernáculos, y vengo a tu corazón para calentarme del frío, para restablecerme con tu amor, y cuando te veo ir en busca de Mí a los tabernáculos de las iglesias, Yo te digo: ¿No eres tú mi verdadera prisión de amor para Mí? Búscame en tu corazón y ámame."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12, Diciembre 4, 1918

 

¡Las penas del amor son las más lacerantes!

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 42
24 de julio, 2015

"Hija mía, las penas del amor son las más lacerantes. Mira, en estas corrientes de amor entre yo y mi Padre está todo el amor que me debían todas las criaturas, por tanto está el amor traicionado, el amor negado, el amor rechazado, el amor desconocido, el amor pisoteado, etc. ¡Oh! cómo me llega traspasante a mi corazón, de sentirme morir; tú debes saber que al crear al hombre establecí innumerables corrientes de amor entre yo y él; no me bastaba con haberlo creado, no, debía poner tantas corrientes de amor entre yo y él, que no debía haber parte de él en la cual no

corrieran estas corrientes, así que en la inteligencia del hombre corría la corriente de amor de mi Sabiduría, en sus ojos corría la corriente del amor de mi Luz, en la boca la corriente de amor de mi palabra, en las manos la corriente de amor de la santidad de mis obras, en la voluntad la corriente de amor de la mía, y así de todo lo demás. El hombre había sido creado para estar en continuas comunicaciones con su Creador, ¿y cómo podía estar en comunicación conmigo si mis corrientes no corrían en las suyas? Con el pecado despedazó todas estas corrientes y quedó dividido de mí; ¿sabes como sucedió? Mira el sol, toda su luz toca la superficie de la tierra y la inviste tanto que hace sentir su calor, tan a lo vivo y real que lleva la fecundidad, la vida a todo lo que la tierra produce, así que se puede decir que el sol y la tierra están en comunicación entre ellos. ¡Oh! cómo son más estrechas mis comunicaciones entre el hombre y yo, verdadero Sol eterno. Ahora, si una criatura tuviera el poder de romper entre la tierra y el sol la corriente de la luz que toca la superficie de ella, ¿qué mal no haría? El sol retiraría en sí mismo toda la corriente de la luz, la tierra quedaría en la oscuridad, sin fecundidad y sin vida. ¿Qué pena merecería ese tal? Todo esto fue lo que hizo el hombre en la Creación, y yo descendí del Cielo a la tierra para reunir de nuevo todas estas corrientes de amor, pero, ¡oh, cuánto me costó! Y el hombre continúa su ingratitud y vuelve a destrozarme las corrientes por mí restablecidas.."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 14, Noviembre 20, 1922

 

¡Deberías alegrarte!

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 43
31 de julio, 2015

"Hija mía, la cruz es semilla de virtud, y así como quien siembra, cosecha por diez, veinte, treinta, e incluso por cien, así la cruz, siendo semilla multiplica las virtudes, las perfecciona, las embellece de maravilla; así que cuantas más cruces se acumulan en torno a ti, tantas semillas de virtudes se arrojan en tu alma. Por eso en vez de afligirte cuando te llegue una nueva cruz, deberías alegrarte pensando en hacer adquisición de otra semilla para poderte enriquecer y también completar tu corona."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 6, Enero 28, 1905

Cada pena y cada bien que yo hacía,
era un día de más que daba a la criatura

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 44
7 de agosto, 2015

"Hija mía, cuando fui presentado ante Caifás era pleno día, y era tanto el Amor que yo tenía hacia las criaturas, que salía en este último día ante el pontífice todo deformado, llagado, para recibir la condena de muerte; pero cuantas penas debía costarme esta condena, y yo estas penas las convertía en días eternos, con los cuales circundaba a cada una de las criaturas, a fin de que alejándole las tinieblas, cada una encontrara la luz necesaria para salvarse y ponía a su disposición mi condena de muerte para que encontraran en ella su vida. Así que cada pena y cada bien que Yo hacía, era un día de más que daba a la criatura; y no sólo Yo, sino también el bien que hacen las criaturas es siempre día que forman, así como el mal es noche. Sucede como cuando una persona tiene una luz y se encuentran cerca de ella diez, veinte personas, a pesar de que la luz no es de todas, sino de una sola, las otras gozan de la luz, pueden trabajar, leer, y mientras ellas se aprovechan de la luz no hacen ningún daño a la persona que la posee. Así sucede con el bien obrar, no sólo es día para ella, sino que puede hacer el día a quién sabe cuántas otras; el bien es

siempre comunicativo y mi Amor no sólo me incitaba a Mí, sino que daba la gracia a las criaturas que me aman, de formar tantos días en provecho de sus hermanos por cuantas obras buenas van haciendo."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 13, Septiembre 21, 1921

 

¡Yo me sentía morir y moría en realidad!

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 45
21 de agosto, 2015

"Hija mía, dura y penosa fue mi agonía en el Huerto, quizá más penosa que la de la cruz, porque si ésta fue el cumplimiento y el triunfo sobre todos, aquí en el Huerto fue el principio, y los males se sienten más al principio que cuando están por terminar; en esta agonía la pena más desgarradora fue cuando se me hicieron presentes uno por uno todos los pecados, mi Humanidad comprendió toda la enormidad de ellos y cada delito llevaba el sello de "muerte a un Dios", y estaba armado con espada para matarme. Delante a la Divinidad la culpa me aparecía tan horrenda y más horrible que la misma muerte; sólo al comprender qué significa pecado, Yo me sentía morir y moría en realidad; grité al Padre y fue inexorable, no hubo uno solo que al menos me diera una ayuda para no hacerme morir, grité a todas las criaturas que tuvieran piedad de Mí, pero en vano, así que mi Humanidad languidecía, y estaba por recibir el último golpe de la muerte, pero ¿sabes tú quién impidió la ejecución y sostuvo mi Humanidad para no morir? Primero fue mi inseparable Mamá, Ella al oírme pedir ayuda voló a mi lado y me sostuvo, y Yo apoyé mi

brazo derecho en Ella, fue mi inseparable Mamá, Ella al oírme pedir ayuda voló a mi lado y me sostuvo, y Yo apoyé mi brazo derecho en Ella, la miré casi agonizante y encontré en Ella la inmensidad de mi Voluntad íntegra, sin haber habido nunca rotura alguna entre mi Voluntad y la suya. Mi Voluntad es vida, y como la Voluntad del Padre era inamovible, y la muerte me venía de las criaturas, otra criatura que encerraba la Vida de mi Voluntad me daba la vida. Y he aquí que mi Mamá, que en el portento de mi Voluntad me concibió y me hizo nacer en el tiempo, y ahora me da por segunda vez la vida para hacerme cumplir la obra de la Redención. Después miré a la izquierda y encontré a la pequeña hija de mi Querer, te encontré a ti como primera con el séquito de las otras hijas de mi Voluntad, y así como a mi Mamá la quise conmigo como primer eslabón de la Misericordia, con el cual debíamos abrir las puertas a todas las criaturas, por eso quise apoyar en Ella la derecha, a ti te quise como primer eslabón de la Justicia, para impedir que se descargase sobre todas las criaturas como se merecen, por eso quise apoyar la izquierda, a fin de que la sostuvieras junto conmigo. Entonces, con estos dos apoyos Yo me sentí dar nuevamente la vida, y como si nada hubiera sufrido, con paso firme fui al encuentro de mis enemigos; y en todas las penas que sufrí en mi Pasión, muchas de ellas capaces de darme la muerte, estos dos apoyos no me dejaban jamás, y cuando me veían a punto de morir, con mi Voluntad que contenían me sostenían y me daban como tantos sorbos de vida. ¡Oh! los prodigios de mi Querer, ¿quién puede jamás numerarlos y calcular su valor? Por eso amo tanto a quien vive de mi Querer, reconozco en ella mi retrato, mis nobles rasgos, siento en ella mi mismo aliento, mi voz, y si no la amase me defraudaría a Mí mismo, sería como un padre sin generación, sin el noble cortejo de su corte y sin la corona de sus hijos; y si no tuviera la generación, la corte, la corona, ¿cómo podría llamarme Rey? Así que mi reino es formado por aquellos que viven en mi Voluntad, y de este reino escojo la Madre, la Reina, los hijos, los ministros, el ejército, el pueblo, Yo soy todo para ellos y ellos son todos para Mí."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 13, Septiembre 21, 1921

 

¡Quiero un refrigerio a mis llamas, quiero desahogar mi Amor!

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 46
28 de agosto, 2015

"Hija mía, quiero un refrigerio a mis llamas, quiero desahogar mi Amor, pero mi Amor es rechazado por las criaturas. Tú debes saber que Yo al crear al hombre puse fuera, de dentro de mi Divinidad, una cantidad de Amor que debía servir como vida primaria de las criaturas para enriquecerse, para sostenerse, para fortificarse y para ayuda en todas sus necesidades; pero el hombre rechaza este Amor, y mi Amor va errante desde que fue creado el hombre, y gira siempre sin detenerse jamás, y rechazado por uno corre a algún otro para darse, y como es rechazado rompe en llanto, así que la incorrespondencia forma el llanto del Amor. Ahora, mientras mi Amor va errante y corre para darse, si ve a uno débil, pobre, rompe en llanto y le dice: "¡Ay! si no me hicieras andar errante y me hubieras dado alojo en tu corazón, habrías estado fuerte y nada te faltaría." Si ve a otro caído en la culpa, rompe en sollozos diciéndole: "¡Ay! si me hubieras dado entrada en tu corazón no habrías caído." Ante aquél otro que ve arrastrado por las pasiones, ensuciado de tierra, el Amor llora y sollozando le repite: "¡Ay! si hubieras tomado mi Amor, las pasiones no tendrían vida en ti, la tierra no te tocaría, mi Amor te bastaría para todo." Así que en cada mal del hombre, pequeño o grande, él tiene un sollozo y continúa yendo errante para darse al hombre; y cuando en el huerto de Getsemaní se presentaron todos

los pecados delante de mi Humanidad, cada culpa tenía un sollozo de mi Amor, y todas las penas de mi Pasión, cada golpe de flagelo, cada espina, cada llaga, eran acompañados por el sollozo de mi Amor, porque si el hombre me hubiera amado, ningún mal le podía venir; la falta de amor ha germinado todos los males y también mis mismas penas."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 14, Febrero 4, 1922

 

Mi cuerpo es el verdadero retrato del hombre que comete pecado.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 47
11 de septiembre, 2015

"Hija mía, cada vez que el alma piensa en mi pasión, se acuerda de lo que sufrí, o me compadece, se renueva en ella la aplicación de mis penas, surge mi sangre para inundarla y mis llagas se ponen en camino para sanarla si está llagada o para embellecerla si está sana, y todos mis méritos también, para enriquecerla."

El negocio que hace es sorprendente, es como si pusiera en un banco todo lo que yo hice y sufrí y ganara el doble. Así que, todo lo que yo hice y sufrí está en acto continuo de darse al hombre, así como el sol está en acto continuo de dar luz y calor a la tierra. Lo que yo hice

no está sujeto a agotarse; basta que el alma quiera y cuantas veces quiera recibirá el fruto de mi vida; de manera que si se recuerda veinte, cien o mil veces de mi pasión, tantas veces gozará de sus efectos. Pero, ¡qué pocos son los que hacen tesoro de ella! A pesar de todo el bien que contiene mi pasión se ven almas débiles, ciegas, sordas, mudas, cojas, cadáveres vivientes que dan asco. ¿Y por qué? Porque se han olvidado de mi pasión. Mis penas, mis llagas, mi sangre son fortaleza que quita las debilidades, son luz que les da la vista a los ciegos, son lengua que desata las lenguas y que abre los oídos, son camino que endereza a los cojos, son vida que resucita a los muertos.

Todos los remedios que la humanidad necesita se encuentran en mi vida y en mi pasión, pero las criaturas desprecian la medicina y no se preocupan de los remedios, por eso se ve que a pesar de todos los bienes encerrados en mi redención, el hombre perece en su estado como afectado por una enfermedad incurable; pero lo que más me duele es ver a personas religiosas que se fatigan por la adquisición de doctrinas, de especulaciones, de historias, pero de mi pasión nada, de manera que mi pasión muchas veces está lejos de las iglesias, de la boca de los sacerdotes, por lo que sus palabras no infunden luz, de manera que los pueblos se quedan en ayunas más que antes."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 13, octubre 21, 1921

 

Los efectos de mi bendición.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 48
18 de septiembre, 2015

"Hija mía, cuántas cosas dice este misterio, Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido, mi Mamá me comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella.

Pero esto no es todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí cielo y tierra. Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura, al igual que cuando mi Fiat Omnipotente creó el sol, y este sol sin

disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales, así mi palabra creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. Pero esto no es todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación, quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la Potencia, quise bendecirla a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarle la Sabiduría y el Amor, y así renovar la memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de todo. Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos.

¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero desafortunadamente no escuchada: "Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte, te bendigo para hacerte santo." Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo.

Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los Sacramentos y en otras ocasiones da su bendición."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12, Noviembre 28, 1920

 

Las penas que me dio la Divinidad
superan por mucho las penas que me dieron las criaturas.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 49
25 de septiembre, 2015

"Hija mía, las penas que me dio la Divinidad superan por mucho las penas que me dieron las criaturas, tanto en la potencia como en la intensidad y multiplicidad y en la duración, pero no hubo ni injusticia ni odio, sino sumo amor, acuerdo de las Tres Divinas Personas, empeño que Yo había tomado sobre de Mí de salvar a las almas a costa de sufrir tantas muertes por cuantas criaturas salían a la luz de la Creación, y que el Padre con sumo amor me había otorgado. En la Divinidad no existe ni puede existir ni la injusticia ni el odio, por tanto era incapaz de hacerme sufrir estas penas, pero el hombre con el pecado

había cometido suma injusticia, odio, etc., y Yo para glorificar al Padre completamente debía sufrir la injusticia, el odio, las burlas, etc., he aquí por qué el último de mis días mortales sufrí la Pasión por parte de las criaturas, donde fueron tantas las injusticias, los odios, las burlas, las venganzas, las humillaciones que me hicieron, que a mi pobre Humanidad la convirtieron en el oprobio de todos, hasta tal punto que no parecía que fuera hombre, me desfiguraron tanto que ellos mismos tenían horror de mirarme, era la abyección y el desecho de todos, así que podría llamarlas dos Pasiones distintas. Las criaturas no me podían dar tantas muertes ni tantas penas por cuantas criaturas y pecados habrían ellas de cometer, eran incapaces, y por eso la Divinidad tomo el empeño, pero con sumo amor y de acuerdo entre Nosotros. Por otro lado, la Divinidad era incapaz de injusticia, etc., y ahí entraron las criaturas y completé en todo la obra de la Redención. ¡Cuánto me cuestan las almas, y es por esto que las amo tanto!"

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 12, Junio 4, 1919

 

En la Pasión que me dio la Divinidad di satisfacción al Padre
por todos los pecados del interior del hombre.

 

 

 

Pensamientos sobre la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Nº 50
21 de agosto, 2015

"Hija de mis penas, debes saber que las penas que me dieron los judíos fueron una sombra de las que me dio la Divinidad, y esto era conforme a justicia para recibir plena satisfacción. El hombre, pecando, no sólo ofende a la Majestad Suprema externamente, sino también internamente y desfigura en su interior la parte divina que le fue infundida al crearlo, así que el pecado se forma primero en el interior del hombre y después sale al exterior, más bien, muchas veces lo que sale al exterior es la parte mínima, y la parte mayor queda en el interior. Ahora, las criaturas eran incapaces de penetrar en mi interior y hacerme satisfacer con penas la gloria del Padre, que con tantas ofensas de su interior le habían negado; mucho más que estas ofensas herían la parte más noble de la criatura, cual es la inteligencia, la memoria y la voluntad, donde está sellada la imagen divina. ¿Quién debía entonces tomar este empeño, si la criatura era incapaz? Por esto fue necesario que la Divinidad misma

tomara este empeño y me hiciera de verdugo amoroso, pero por cuanto amoroso, más exigente para recibir plena satisfacción por todos los pecados hechos en el interior del hombre. La Divinidad quería la obra completa y la plena satisfacción de la criatura, tanto del interior como del exterior, así que en la Pasión que me dieron los judíos di satisfacción a la gloria externa del Padre que las criaturas le habían quitado; en la Pasión que me dio la Divinidad en todo el curso de mi Vida, di satisfacción al Padre por todos los pecados del interior del hombre. De esto podrás comprender que las penas que sufrí de manos de la Divinidad, superan grandemente a las penas que me dieron las criaturas, es más, casi no pueden compararse y son menos accesibles a la mente humana. Así como entre el interior del hombre y el exterior hay una gran diferencia, mucho más diferencia hay entre las penas que me infligió la Divinidad y las que me dieron las criaturas el último día de mi Vida, las primeras eran desgarros crueles, dolores sobrehumanos capaces de darme muerte, y repetidas muertes en las partes más íntimas, tanto del alma como del cuerpo, ni siquiera una fibra quedaba excluida. En las segundas eran dolores acerbos, pero no desgarros capaces de darme muerte a cada pena, como sí era capaz la Divinidad teniendo el poder y el querer. ¡Ah, cuánto me cuesta el hombre! Pero el hombre ingrato no se ocupa de Mí y no busca comprender cuánto lo he amado y cuánto he sufrido por él, tanto que ni siquiera ha llegado a comprender todo lo que sufrí en la Pasión que me dieron las criaturas, y si no comprenden lo menos, ¿cómo pueden comprender lo más de lo que he sufrido por ellos? Por esta causa me he tardado en revelar las penas innumerables e inauditas que me dio la Divinidad por causa de ellos, pero mi Amor quiere desahogo y correspondencia de amor, por eso te llamo a ti en la inmensidad y altura de mi Querer, donde todas estas penas están en acto, y tú no sólo tomas parte en ellas, sino que a nombre de toda la familia humana las honras y das la correspondencia de amor, y junto conmigo te sustituyes a todo lo que las criaturas están obligadas, pero con sumo dolor mío y daño para ellas, ni siquiera lo piensan."

S. de D. Luisa Piccarreta
Vol. 13, Noviembre 19, 1921

 

Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

 

En estos tiempos tan tristes llenos de confusión, de sufrimiento, de violencia, de toda clase de abusos, hemos olvidado lo que Nuestra Santa Madre Iglesia siempre nos ha enseñado: todos los remedios que el hombre necesita se encuentran en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Meditando y contemplando los misterios de Cristo, especialmente de su Pasión, Muerte y Resurrección, la humanidad podrá reconciliarse con Dios, consigo misma y con el prójimo.

 

"Todos los remedios que la humanidad
necesita se encuentran en mi vida y en mi Pasión".

Jesús a la S.D. Luisa Piccarreta
Vol. 13, 21 de octubre de 1921

Para encontrar la paz, la felicidad, la reconciliación y sanar todas las consecuencias causadas por el pecado, en suma vivir el Reino de Dios que pedimos todos los días en el Padre Nuestro: "Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad en la tierra como en el Cielo", es necesario hacer que la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo sea nuestro alimento continuo en la oración, en nuestra vida diaria, por supuesto acompañado con la frecuencia de los sacramentos.

 

"San Aníbal María di Francia, quien frecuentemente era recibido en audiencia por el Papa San Pio X, siendo muy amigo de él, llegó a casa de Luisa con una muy agradable noticia: habiendo estado en audiencia con el Papa quiso darle a conocer

"Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo"

que estaba difundiendo y le leyó algunas páginas del libro, concretamente la Hora de la Crucifixión, a un cierto punto el Papa lo interrumpió y le dijo:

"¡Padre, este libro se debe leer de rodillas, es Jesucristo quien habla!"

 

En nuestros tiempos, de manera muy providencial Nuestro Señor nos ha entregado a través de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta un espléndido libro de oración: "Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", publicado nada menos que por San Aníbal María di Francia.

 

Como todos podrán llegar a ver después de meditar Las Horas de la Pasión, se darán cuenta que entre todas las demás obras que se refieren a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y a los dolores de Nuestra Madre Santísima, podremos atrevernos a decir que es la más importante que Dios nos ha dado en su providencia amorosa. Esta obra analiza, desmenuza y nos hace meditar uno por uno los padecimientos externos e internos de nuestro adorable Redentor, Jesucristo Nuestro Señor.

Los Relojes Vivientes de la Pasión

Por esto, queremos invitar a todos los que entren en este sitio a meditar diariamente en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo con la ayuda de este maravilloso libro de "Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", como también a formar parte de los "Relojes Vivientes".

Los Relojes Vivientes, son grupos de 24 personas que se comprometen a meditar diariamente una Hora (capítulo) de "Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", porque "es tanta la alegría de Jesús cuando se meditan estas Horas de su Pasión que él quisiera que de estas meditaciones hubiera al menos una copia en cada ciudad o pueblo para que se practicaran; pues entonces sería como si Jesús escuchara su misma voz y las mismas oraciones que él hizo ante su Padre durante el transcurso de las últimas 24 horas de su dolorosa Pasión; y si se hicieran en cada pueblo o ciudad, al menos por algunas almas, él mismo ha prometido que la Divina Justicia detendría en parte sus divinos flagelos en estos tiempos tan tristes de tormentos y derramamiento de sangre".

 

Formemos en cada ciudad, en cada pueblo y nación, tantos Relojes Vivientes en los que se mediten y se vivan estas 24 Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, para hacerle compañía con nuestro amor, con nuestra reparación y con nuestra gratitud a Jesús, que no es amado como merece por sus hijos, quienes ininterrumpidamente lo ofenden y lo crucifican nuevamente en sus corazones, cerrándole las puertas a la gracia, a la Divina Voluntad.

Carta de la S. D. Luisa Piccarreta a
San Aníbal M. Di Francia

Si la finalidad suprema del cristiano es su transformación en Cristo no podremos encontrar mejor ayuda que estas Horas de la Pasión. Nuestro Señor mismo hablando de su Santísima Madre, la Virgen María, le decía a Luisa:

    Hija mía, a mi querida Madre nunca se le escapó el pensamiento de mi Pasión, y a fuerza de repetirla se llenó toda, toda de mí. Así sucede al alma, a fuerza de repetir lo que yo sufrí viene a llenarse de mí. (Vol 11, Marzo 24, 1913).

Podríamos decir que todos los Santos han dejado frases llenas de contenido hablando de la Pasión de Nuestro Señor. Entre tantas, escogimos las siguientes palabras que Nuestro Señor le dijo a Santa Faustina Kowalska:

    "Una hora de meditación de mi dolorosa Pasión tiene mayor mérito que un año entero de flagelaciones a sangre" (Jesús a Santa Faustina Kowalska).

Y también San Alfonso María de Ligorio en su libro "Meditaciones sobre la Pasión de Jesucristo", citando a San Agustín.

    "Más vale una lágrima derramada en memoria de la Pasión de Cristo que hacer una peregrinación a Jerusalén y ayunar a pan y agua durante un año"(San Alfonso María Ligorio, citando a Bernardino de Bustos O.M. Rosarium Semonum, pág. 11, sermo 15).

Por tanto, hermanos, los invitamos a que se unan a este ejercicio piadosísimo de la meditación de Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Comunión en la Divina Voluntad

Otra de las principales motivaciones que nos mueve a difundir los Relojes Vivientes y de haber creado esta página Web es la siguiente:

"El mundo se ha desequilibrado porque el hombre se ha olvidado de pensar en mi Pasión.
En medio de las tinieblas no ha podido encontrar la luz de mi Pasión que lo ilumine;
y que le dé a conocer mi amor y cuántas penas me cuestan las almas, para que pueda volver a amar a quien verdaderamente lo ha amado"

Jesús a la S.D. Luisa Piccarreta
Vol. 11, 2 de febrero de 1917

En enero de este año 2009 nos reunimos por segunda vez un grupo de sacerdotes de diversos países, incluyendo un obispo, un monseñor y un diácono permanente, para meditar, compartir y estudiar juntos la doctrina de la Divina Voluntad, contenida en los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta.

           

"Ante las tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas son los pequeños sorbos dulces que me dan las almas; pero son tantos los sorbos amargos que recibo y tan pocos los dulces. Por eso, ¡más difusión, más difusión! "

Jesús a la S.D. Luisa Piccarreta
Vol. 11, 13 de octubre de 1916

 

En nuestro primer encuentro-retiro que tuvimos en el 2008, al final del retiro nos comprometimos a orar con la intención de que el Señor nos fuera indicando el camino a seguir para que se fuera dando una mayor unidad entre todos nosotros, presentes y ausentes, que amamos y queremos aprender a vivir en la Divina Voluntad.

Como resultado, la divina providencia nos ha mostrado el camino, simplísimo, el mismo camino que Nuestro Señor hizo con Luisa misma: orar juntos con "Las Horas de la Pasión" en un "Reloj Viviente". De manera que decidimos formar entre nosotros un "Reloj Viviente".

           

Decidimos también pedirles a todos uds., quienes están unidos a nosotros en la oración, el estudio y el deseo de aprender a vivir en la Divina Voluntad, que se comprometan a orar alguna de las Horas de la Pasión todos los días indefinidamente, uniéndose a nosotros, si así lo quisieren, en un Reloj Viviente.

Para esto podrían contactarse con quien Dios ha puesto a la cabeza de su grupo, o bien, a través de esta página pueden inscribirse a un Reloj Viviente y se les asignará una Hora de la Pasión.

El Señor tenga a bien disponernos a recibir el gran Don de su Divina Voluntad.