San Anibal

 

 

Los Santos y

la Pasión de

Nuestro Señor Jesucristo

 

 

 

 

Es sumamente importante saber que no hay santo que haya llegado a las cimas de la vida espiritual sin haber meditado frecuentemente la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Muchos de ellos atribuyen a la meditación de la Pasión de Nuestro Señor el inicio de esa etapa en la vida espiritual en la que se deciden a entregarse del todo a Dios, a su Voluntad Santísima. Una y otra vez encontramos en sus escritos que se avanza más en el camino de la santidad con la ayuda de la meditación de la Pasión de Nuestro Señor, que con la ayuda de cualquier otro medio. Naturalmente no podemos decir que superen al gran medio de los Sacramentos, pero sí podemos decir que estos no podrían alcanzar toda su eficacia sin la ayuda de la meditación de la Pasión, pues los Sacramentos mismos son los frutos preciosísimos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Hemos querido, por tanto, añadir aquí un espacio en el que pondremos varias citas de lo que dicen los santos con respecto a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Esperamos que sean de muchísimo provecho para nuestras almas.

San Alfonso María Ligorio,
Meditaciones sobre la Pasión de Jesucristo,

  Si quieres, alma devota, crecer siempre de virtud en virtud y de gracia en gracia, procura meditar todos los días la Pasión de Jesucristo." Esto es de San Buenaventura, y añade: "No hay ejercicio más a propósito para santificar tu alma que la meditación de los padecimientos de Jesucristo". Y San Agustín añade "que vale más una lágrima derramada en memoria de la Pasión de Cristo que hacer una peregrinación a Jerusalén y ayunar a pan y agua durante un año".

Beato Rafael,

  A Ti te escupieron, te insultaron, te azotaron, te clavaron en un madero, y siendo Dios, perdonabas humilde, callabas y aún te ofrecías... ¡Qué podrá decir yo de tu Pasión!.. Más vale que nada diga y que allá adentro de mi corazón medite en esas cosas que el hombre no puede llegar jamás a comprender".

Santa Teresa de Lisieux,

  El canto del sufrimiento unido a sus sufrimientos es lo que más cautiva su corazón.

Jesús arde de amor por nosotras... ¡Mira su Faz adorable...! ¡Mira esos ojos apagados y bajos...! Mira esas llagas... Mira a Jesús en su Faz... Allí verás cómo nos ama.

San Josemaría Escrivá de Balaguer

  En la meditación, la Pasión de Cristo sale del marco frío de la historia o de la piadosa consideración, para presentarse delante de los ojos, terrible, agobiadora, cruel, sangrante..., llena de Amor... - Y se siente que el pecado no se reduce a una pequeña "falta de ortografía": es crucificar, desgarrar a martillazos las manos y los pies del Hijo de Dios, y hacerle saltar el corazón.

San Pablo de la Cruz,
Cartas y diario espiritual.

El recuerdo de la Pasión Santísima de Jesucristo y la meditación de sus virtudes... conducen al alma a la unión íntima con Dios, al recogimiento interior y a la contemplación más sublime...

La Pasión de Jesucristo es la obra mayor y más maravillosa del amor de Dios.

La Pasión de Jesucristo es el medio mejor para llevar a la conversión a las almas, aun a las más empedernidas.

Conserven cuidadosamente el piadoso recuerdo de los padecimientos del Hijo de Dios y vivirán eternamente.

El camino más corto para llegar a la santidad cristiana es el perderse enteramente en el océano de los sufrimientos del Hijo de Dios.

En el inmenso océano de la Pasión de Jesucristo el alma cristiana pesca las perlas preciosas de todas las virtudes y hace suyos los padecimientos de su amado Bien.

San Pedro de Alcántara

  Seis cosas se han de meditar en la pasión de Cristo: La grandeza de sus dolores, para compadecernos de ellos. La gravedad de nuestro pecado, que es la causa, para aborrecerlo. La grandeza del beneficio, para agradecerlo. La excelencia de la Divina bondad y caridad, que allí se descubre, para amarla. La conveniencia del misterio, para maravillarse de él. Y la muchedumbre de las virtudes de Cristo, que allí resplandecen, para imitarlas. Pues conforme a esto, cuando vamos meditando debemos ir inclinando nuestro corazón, unas veces a compasión de los dolores de Cristo, pues fueron los mayores del mundo, así por la delicadeza de su cuerpo, como por la grandeza de su amor, como también por padecer sin ninguna manera de consolación, como en otra parte está declarado. Otras veces debemos tener respeto a sacar de aquí motivos de dolor de nuestros pecados, considerando que ellos fueron la cause de que Él padeciese tantos y tan graves dolores como padeció. Otras veces debemos sacar de aquí motivos de amor y agradecimiento, considerando la grandeza del amor que Él por aquí nos descubrió y la grandeza de beneficio que nos hizo redimiéndonos tan copiosamente, con tanta costa suya y tanto provecho nuestro.

San Alberto Hurtado,

  Cuál no sería su horror cuando al mirarse no se reconoció, cuando se encontró semejante a un impuro, a un detestable pecador, por este amasijo de corrupción que llovía desde su cabeza hasta la falda de su túnica. ¡Cuál sería su extravío cuando vio que sus ojos, sus manos, sus pies, sus labios, su corazón eran como los miembros del malvado y no los del Hijo de Dios! ¿Son éstas las manos del Cordero de Dios antes inocentes y rojas ahora con 10.00 actos bárbaros y sanguinarios? ¿Son estos los labios del Cordero, ojos profanados por visiones malignas, por fascinaciones idolátricas por las cuales los hombres han abandonado a su Creador? Sus oídos escuchan el ruido de fiestas y combates. Su corazón helado por la avaricia, la crueldad y la incredulidad… Su memoria está cargada con la memoria de todos los pecados cometidos desde el de Eva en todas las regiones de la tierra, la lujuria de Sodoma, la dureza de los egipcios, la ingratitud y desprecio de Israel...Todos los pecados de los vivos y de los muertos, de los que aún no han nacido, de los condenados y de los escogidos: todos están allí.

San Francisco de Sales,
Tratado del amor de Dios.

La pasión de nuestro Señor es el motivo más dulce y el más fuerte que puede mover nuestros corazones en esta vida mortal…allá arriba en la gloria, después del motivo de la Bondad divina,  conocida y considerada en sí misma, el de la muerte del Salvador será el más poderoso para arrebatar el espíritu de los bienaventurados en el amor de Dios.

Tomás de Kempis

  El cristiano que medite atentamente en la vida, Pasión y Muerte del Señor, encontrará allí en abundancia todo lo que le es necesario para progresar en su vida espiritual, sin necesidad de ir a buscar fuera de Jesús algo que le pueda aprovechar mejor.

San Alfonso María Ligouri

  Hallóle cierto día (a San Francisco de Asis) un caballero gimiendo y gritando, y, preguntada la razón, respondió: "Lloro  los dolores e ignominias de mi Señor, y lo que más me hace llorar es que los hombres no se recuerdan de quien tanto padeció por ellos...por lo que continuamente exhortaba a sus hermanos que pensara siempre en la pasión de Jesucristo.

San Juan de la Cruz

  Acerca de la pasión del Señor, procure … no querer hacer su voluntad y gusto en nada, pues ella fue la causa de su muerte y pasión.

San Luis Beltrán o.p.
Obras y Sermones;
Meditaciones sobre la Pasión de Jesús; Tomo I

  Saborea el libro de la Pasión de Cristo y captarás su dulzura; pero cuando lo digieras comprobarás la amargura grande que en él hay. Contempla esa Pasión...  Valora el precio de tu redención.

Beata Angela de Foligno,
El Libro de la vida.

  Si tu mente no se eleva a la contemplación de ese Dios-Hombre crucificado, vuelve atrás y, comenzando de la cabeza o de los pies, rumia todos esos caminos de la pasión y de la cruz del Dios-Hombre ajusticiado. Y si no puedes retomar y hallar de nuevo estas cosas con el corazón, repítelas frecuentemente y amorosamente con los labios, porque lo que a menudo se repite con los labios, da calor y fervor al corazón.

San Máximo de Turín,
Cristo día sin ocaso;
Sermón 53, 1-2. 4

  La pasión del Salvador nos extrae del abismo, nos eleva por encima de lo terreno y nos coloca en lo más alto de los cielos.

San Buenaventura
Leyenda mayor;
Conversión de San Francisco, n.1.4.

  Un día en que oraba (San Francisco de Asís)… se le apareció Cristo Jesús en la figura de crucificado, penetrándole tan eficazmente aquellas palabras del Evangelio: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga…, ante tal visión… se le grabó en la médula de su corazón la memoria de la pasión de Cristo, que casi de continuo veía con los ojos del alma las llagas del Señor crucificado y apenas podía contener externamente las lágrimas y los gemidos.

San Francisco de Sales,
Introducción a la vida devota.

Te aconsejo la oración mental y cordial, y particularmente la que se hace a la vida y muerte de Nuestro Señor. Mirándoles a menudo por medio de la meditación, toda tu alma se llenará de él; aprenderás de su doctrina, y formarás tus acciones al modelo de las suyas; y pues es la luz del mundo, en él, con él y por él hemos de recibir gracia y luz.

San Juan de Ávila,
Audi Figlia. II. Et vide.;
Frutos de la meditación de la Pasión.

  Porque ningún libro hay tan eficaz para enseñar al hombre  todo género de virtud, y cuánto debe ser el pecado huido y la virtud amada, como la pasión del Hijo de Dios; y también porque es extremo desagradecimiento poner en olvido un tan inmenso beneficio de amor como fue padecer Cristo por nosotros.

El Magisterio de la Iglesia y la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. . .

Los Papas y la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. . .